sábado, 17 de octubre de 2009

Fairytale

Cuantísimas veces había visto en las pelis de adolescentes americanas parejas perfectas. Siempre le habían parecido muy amenas, a la par que irreales. Disfrutaba viendo como la fea se hacía guapa y se quedaba con el ligón guaperas de turno. Y en el fondo, le daba envidia. Ella nunca había vivido algo tan bonito, ni siquiera había encontrado a su media naranja, ya incluso dudaba de que existiese alguien capaz de unir su cítrica vida con la suya, en perfecta simetría. A veces pensaba que su corazón era una de esas semillas que nunca germinan, y acaban pudriéndose sin que nadie sepa que una vez existió.

Pero un día llegó un chico nuevo a clase. Era bajito, delgado y de belleza normal y corriente... pero tenía algo; era distinto. Tanto que nunca imaginó que vería en él todo lo que le hace ser distinto; su forma de hablar, de ignorar lo que hizo mal, de reír sin sonreír... él era distinto. Además, nunca pensó que nadie se ajustara tanto a aquella canción que tanto le gustaba, de una tal Vega...

Enseguida se cayeron bien. Era adorable verles hablar, y saber que en tan poco tiempo había surgido eso que llaman química. Pero todo el mundo de aquella chica empezó a inundarse de inseguridad, de miedo. Él era tan perfectamente ideal, que no creía que pudiese ser suyo. No... definitivamente ella no se lo merecía, y cada vez que veía que aquel chico lanzaba miradas furtivas a su amiga Denia, más se convencía de ello. Se había convencido de que eran la pareja perfecta, que entre ellos nada saldría mal... y hasta coincidían en los gustos musicales. Ella misma se ahogó en sus inundaciones de negatividad.

Ya se acercaba la fiesta en la casa de Lourdes. Era curioso... durante tanto tiempo ansió que se pudiera realizar, que los padres de Lourdes no estuvieran allí para estorbar, tal como se tenía previsto, que pudiera pasarlo bien... y ahora no tenía ganas de fiesta alguna. Sabía que Denia y el chico que una vez quiso suyo habían quedado la tarde anterior. Era pensarlo y desanimarse.

Ya llegó la víspera al día señalado. Tenía tan pocas ganas de cualquier cosa que durante un tiempo se desconectó del mundo. La última vez que vió a Denia y a su chico fue la mañana del día en que quedaron. Había caído enferma de gripe, y eso la ayudó a no verles. Ya se encontraba mejor, pero se las arreglaba para seguir escaqueándose del instituto, en eso era profesional. Su objetivo era faltar también el día de la fiesta, es decir, mañana viernes, y ya volver el lunes, aunque eso significase verlos de nuevo, tan felices juntos.

Iba a merendar cuando Lourdes la llamó. ¿Qué querría ahora? Le dijo que no podía ir a verla ni ese día ni mañana, a lo que ella le contestó que de todas formas no hacía falta por encontrarse ya mejor, y que iba a obligarla a ir a la fiesta. Lógicamente, se negó, pero Lourdes se lo pidió por favor, porque sin ella la fiesta no sería lo mismo, y porque lo consideraba una prueba de amistad. Lourdes acabó saliéndose con la suya. También le dijo que si quería alguna ropa especial que se pasase mañana por su casa, pero sólo desde las cuatro a las cinco de la tarde, que las demás horas las iba a dedicar a estudiar. Quedaron en eso.

Ya era viernes, y Lourdes recibió a su esperada visita. Quería ir lo más guapa posible, aunque sencilla, porque al fin y al cabo sólo era una fiesta de la clase, no la típica americanada de fin de curso. Para animarla, Lourdes le prestó su mejor vestido, daba igual que fuese demasiado para aquella fiestecilla, el caso era que se sintiese guapa. Una vez habiéndose cumplido lo pactado, se despidieron.

Eran las 9, quedaba una hora para la fiesta. Pero no sabía si ir o no. Allí estarían Denia y su chico.
Recordó que él era el chico ideal, que habrían sido muy felices sino se hubiese fijado en Denia... y volvió a derrumbarse. Su madre entró en la habitación, y la encontró llorando.

- ¿Qué te pasa, princesa?
- Nada... ¡Déjame!
- ¡Vale que deje pasar que me mientas para no ir al instituto, pero en esto no me voy a hacer la sueca!
- ¿Lo sabías?
- Claro, encanto. Ya no tenías síntomas de estar gripada, pero se te veían los ojos tristes, sabía que algo te pasaba... y me figuraba que era por un chico, porque encontré tu blog lleno de su nombre rodeado de un corazón.
- Mamá...
- Y he oído tu conversación con Lourdes. Tienes que ir a esa fiesta... que por cierto, ¡si me lo llegas a decir habría ido yo también! Lástima no tener tiempo...

Ambas se rieron. Aquello era muestra de un pleno amor entre ambas.

- ¡Pero me tengo que preparar rápido!

Se vistió con el vestido blanco que le había prestado Lourdes. Y luego su madre le ayudó a peinarse decentemente. Ya que uno va a una fiesta, va estupendo, y si no, no se va.

Lourdes la esperaba... pero estaba tardando. Ya pensó que no venía, e iba a llamarla por teléfono. Pero se presentó. Estaba espectacular. Era la flor que sobresalía entre tanto capullo mal vestido. Incluso se diría que para tal ocasión era demasiado ir así, pero era una forma de decirle al chico de Denia que pudiendo haber elegido una rosa eligió a un cardo, siguiendo con los símiles florales.

- Bueno, ¿y quiénes han venido?
- Casi toda la clase... pero no Denia. Bueno, si ha venido, pero ya no está.
- ¿Y eso?
- Por lo visto la cita que tuvo con el chico ese que te gusta el otro día no fue bien. Al parecer, él le dijo que no tendría que haber ido, Denia le preguntó por qué, ¿y sabes que le respondió? Que se había dado cuenta de que sentía algo por alguien... ya me entiendes. Total, que en la fiesta ella le ha dicho que la perdone por si había hecho algo, y que quería tener algo con él... Y él le dijo que sólo quería tener algo contigo. ¡Al final se ha ido mosqueada!

Las dos entraron en el gran salón, dónde él estaba. Todo el mundo se asombró de lo guapa que ella estaba. Él se levantó del sofá, y le ofreció bailar. Ella, naturalmente, aceptó. Eran los únicos que estaban bailando, pero daba igual, eran quienes mejor se lo estaban pasando. Ella le preguntó que por qué no había ido a verla a su casa, sabiendo cómo estaba con la gripe, y él le dijo que había quedado con Lourdes en que lo más bonito era reencontrarse en la fiesta, de ahí que Lourdes hubiese insistido tanto en que ella fuese. Todo estuvo deliciosamente planeado.

- ¿Y por qué quedaste con Denia?
- Bueno, al principio sí que me gustó, para qué te voy a engañar. Pero luego me di cuenta de que aquello que sentí al verte era...

Ella le calló con un beso.

Lourdes supo que para que aquel momento fuese todavía mas perfecto, tenía que poner cierta canción.

Ella acercó su boca al oído de él, y le dijo You Belong With Me.